El fin de semana que acaba de pasar acabo de perder una tía ... en realidad es la tía de mi padre. Tengo una ancestra nueva. Tenía 97 años y era una verdadera señora, una de las mujeres mas educadas y articuladas que jamás he conocido, doña Filomena. Era una viejita muy linda y querida. En la religión yoruba, es considerado una enorme bendición tener ancestros que vivan vidas tan largas y tan llenas de sabiduría, y al enterarme en mi alma sentí la pérdida y la melancolía, pero también el agradecimiento de saber que se graduó bien graduada. Si los árboles, cada año, adquieren un nuevo anillo, ella con sus noventa y siete anillos hubiera sido uno de esos árboles majestuosos, que son tan nobles y grandes que nadie se atreve a cortarlos porque intuitivamente lo consideran sagrado y repleto de memorias.
Ella siempre había sido una ávida lectora, incluso hasta en su novena década, siempre estaba educándose, leyendo y aprendiendo. Nunca salió de los montes de Utuado. Siempre fue muy puertorriqueña y humilde, y su castellano siempre fue uno de los mas perfectos que jamás escuché. Sus padres habían nacido en las Islas Canarias.
Debido a su edad, tenía recuerdos de tiempos muy remotos, cuando Estados Unidos a penas había invadido a Puerto Rico y ni siquiera éramos aún ciudadanos americanos. Ella era uno de los pocos vestigios que nos quedaban de una era que ya se había ido. Verla y hablar con ella era una oportunidad para aprender la historia y escuchar como eran las cosas en los viejos tiempos. Ella era como un retrato viejo y lleno de polvo, en blanco y negro, de los tiempos de antes, siempre preñada de recuerdos, de impresiones, en su alma vivían otros ritmos, otras ideas y vivencias que los ancestros se habían llevado al cielo.
Casi imagino, al enterarme de su partida, a la viejita explicándome: '¿Tu sabes como las frutas, cuando están sobremaduras, se ponen arrugaditas arrugaditas? Pues, así estaba yo, ya yo estaba preparada.' Que descanse en paz y que Dios le de la luz a ella y a todos los ancestros.
1 comentario:
Bueno llegar a esa edad y con buenas condiciones es algo difícil de lograr, mi abuelo que tiene 103 años es así un anciano que ha vivido mucho, muy religioso y con una memoria muy buena, antes escribía poemas lo hizo hasta hace más o menos 6 años y siempre se ha sentido muy util. En verdad que es bueno que un alma se gradue así llevando en su vida muchas experiencias
Publicar un comentario