lunes, agosto 07, 2006

"No soy homofóbico, PERO"

Recibo mensajes de gente que visita mis páginas con frecuencia, desde gente en la comunidad LGBT que quieren expresar su solidaridad hasta líderes el la comunidad cristiana, algunos de ellos muy humildes, y a veces siento esta calidez, este amor de Dios que trasciende las diferencias de opiniones.

Pero a veces algunos vienen con esa retórica, la que les hace que digan: "no soy homofóbico, PERO...", y el pero es lo que lo daña. Es como si te estuvieran avisando que estan a punto de decir algo que saben que va a ser insultante y desmoralizante. A veces dejo de leer el email, lo guardo y vuelvo a el luego para leerlo con paciencia y en otro estado de mente. Esto me está sucediendo con un hermano que hizo exactamente eso. Empezó con el aviso introductorio, luego dijo cuanto ama a los homosexuales, y luego era como si aquel amor que nos acababa de profesar se iba transformando lentamente bajo el efecto de la retórica, del doble estándar, y lo menos que me sentí fue amado al final del email. Dos o tres minutos luego de empezar a leerlo dije: "no tengo la energía hoy para esto". Y lo guardé. Y volví con paciencia luego y traté de contestar uno por uno los puntos por casi una hora, y el retornó con mas retórica.

El asunto levanta una pregunta para los gays que son fieles a Dios: ¿nos terminaremos asimilando a la sociedad general o terminaremos quedando al margen y por siempre forzados a continuar produciendo nuestras propias tradiciones religiosas? Creo que nos estamos asimilando a cierta expresión de la sociedad mayoritaria poco a poco y que a la larga el otro extremo del espectro político y cultural va a terminar siendo el marginado y que seremos mayormente aceptados. Pero parte de mí cree que este estatus marginal es parte del plan de Dios y que es necesario y que siempre hemos de ser una rama separada de la fe, creando nuestra propia teología de la liberación, nuestra propia versión de la interpretación de nuestras tradiciones religiosas.

Hay varios libros sobre la interpretación gay de las tradiciones abrahámicas, y las mismas intuiciones surgen una y otra vez en varias ramas de las tradiciones abrahámicas, como si una nueva revelación estuviera persistentemente tratando de entrar a la cultura. Como dijo Gene Robinson, el obispo gay de New Hampshire: Dios está haciendo algo nuevo en el mundo. El verso 8 de Isaías 56 dice:

El Señor soberano declara
Aquel que ha recogido a los exilados de Israel:
"Reuniré aún otros mas además de los que ya había reunido."

Uno de los libros sobre teología gay que he leído explica que el Señor está recogiendo a los gays como una TRIBU separada con su propia cultura, símbolos, mores, hasta su propia bandera y festivales, y una alianza separada con sus propios términos separados, es decir que se están cumpliendo las promesas de Isaías 56 porque estamos siendo fieles, incluso tenemos nuestras propias iglesias. La condición marginal de los gays ha producido nuestro exilio y el cumplimiento de estas promesas.

Ya que generalmente no somos responsables por criar hijos, las promesas hechas a Abraham con respecto a dejar un legado y tener cantidad incontable de descendientes no es aplicable a nosotros, pero esta interpretación de la escritura dice que Dios nos ama y quiso proveer un lugar para las minorías sexuales en su casa, que en este mismo capítulo explica ha de ser una casa de oración para TODOS los pueblos. Por lo tanto, su Espíritu Santo in-Spiró (o en-Espiritó) al profeta Isaías con estas palabras, en efecto incorporando dentro de la tradición profética un convenio especial con términos especiales para las minorías sexuales. Por eso dice el profeta Isaías en 56:4 de su libro

Pues esto dice el Señor:
"A los eunucos que guardan mis Sábados,
que eligen lo que me agrada
y que son fieles a mi convenio;
a ellos daré en mi templo y en sus muros
un lugar y un nombre mejor que hijos e hijas;
les daré un nombre imperecedero
que no será cortado. "

Según esta interpretación de la escritura, el reino de Dios, como todos los reinos en la antiguedad, confía especialmente en los eunucos y les da un lugar especial, un rol especial. Suena como otra versión (una versión dentro del paradigma profético abrahámico) de la tradición de los Dos Espíritus, los gays en las tradiciones aborígenes de las Américas, que trabajaban para el jefe de la tribu del mismo modo que los eunucos trabajaron de cerca con los reyes en la antiguedad en sus cortes porque se les daba cierto nivel de confianza y un lugar especial en las cortes. Esta referencia a un nombre imperecedero también es intrigante porque un nombre es una identidad separada y única, en este caso eterna, y la cual no podemos escapar. Este mismo pasaje de Isaías comienza con

Y que el eunuco no se queje, "soy solo un árbol seco."

Según esta tradición bíblica, el Señor nos VE tal como somos y no somos invisibles para el como lo somos en muchas de sus iglesias, y el nos ha separado y este es un concepto que existe dentro de la tradición profética y que legitima a los gays y que se repite incluso en otras tradiciones: el mismo nos ha dado una identidad separada. El Señor Rama, una encarnación de Dios en India de hace 6,000 años, hizo promesas a los hijra (eunucos) de la foresta que lo sirvieron y protegieron durante su exilio de 14 años. Les dio una bendición especial para que ellos fueran una bendición para los demás, y les dio la responsabilidad de bendecir a los bebés y a los recién casados, un rol idéntico al de los Dos Espíritus en las Américas, todo dentro de la tradición ortodoxa hindúa.

Los miembros fieles de las minorías sexuales que toman refugio en Dios tienen un lugar especial como eunucos en el reino de Dios. Ahora, también vemos que dentro de la tradición profética nadie ha sido 'elegido' por Dios sin haber sufrido odio, exilio y persecución a causa de ello. Quizá digan ustedes que este sufrimiento de las minorías sexuales precedió la revelación de Isaías, y que estos versos serían entonces en realidad un alivio, pero ser un eunuco no deja de ser una forma de elección divina, con todo lo que esto implica. Los judíos fueron esclavizados, exiliados, y sufrieron el holocausto, Jesús fue muerto, Rama fue exiliado, el rey demoníaco Kamsa casi mató al bebé Krishna inmediatamente luego de nacer, y Bahá'ú'lláh y muchos otros profetas han sufrido exilio. Nunca ha habido un elegido en esta tradición profética que no haya sufrido en su experiencia de haber sido separado para un propósito divino, porque su propósito es siempre retar y cambiar el paradigma, y esto es siempre un afronte al status quo.

Somos perseguidos por una razón sobre la cual no tenemos control: no por nuestras convicciones espirituales sino por una identidad enraizada en nuestra sexualidad, pero la mención en las escrituras de un convenio nos permite hacer nuestro sufrimiento uno sagrado, o con-sagrarlo. En el libro Embracing the Exile (Abrazando el Exilio), de John Fortunato, se nos dice que la única manera de redimir nuestro exilio es abrazando y aceptando nuestra cruz. Entonces, el sufrimiento se con-sagra, se vuelve sagrado.

Esta idea de sufrimiento sagrado tiene ecos a traves de la mitología mundial y está siendo estudiado por la psicoanálisis, que estudia los arquetipos del inconciente colectivo. En la sicoanálisis (una ciencia de la siquis, o del alma), los mitos no son entendidos como fantasía sino como profundas verdades psicológicas y la siquis produce mitos instintivamente porque está programada a hacerlo del mismo modo en que produce sueños.

En estos mitos con frecuencia aparece una forma primal, o arquetipo, o instinto llamado la víctima. El arquetipo de la víctima requiere que su sufrimiento se haga sagrado, que se consagre, para que pueda asumir significado. Cuando el sufrimiento tiene significado, se puede llevar con fuerza y dignidad y adquiere el poder de redimir. Nuestras mentes tienen una dificultad natural al abrazar sufrimiento que parezca innecesario y sin significado: este sufrimiento es mundano. De hecho, la víctima sagrada intuye y percibe que tiene que ser objeto de algún sacrificio a cierta deidad o ideal: es el único modo de redimir su dolor, consagrándolo. La palabra sacrificio significa 'hacer sagrado' en latín. La víctima se vuelve una persona sagrada y consagrada por virtud de su sacrificio.

De ahí la profunda visión y sabiduría espiritual del profeta moderno John Fortunato cuando nos llama a 'abazar el exilio', hermoso acto de mitografía, y de la revelación intuída por Isaías sobre los eunucos. Esto no es decir que deberíamos legitimar el abuso de las minorías sexuales, sino que no debemos resistir aquello que no podemos cambiar. Esto solo genera mas sufrimiento innecesario para la víctima, y sufrimiento que no se puede redimir. Es mejor aceptar algunas cosas con paz y resignación. Si estamos al margen de nuestras comunidades y familias a causa de nuestra sexualidad, es así como se nos dice que encontremos significado y hagamos sentido de esta locura que es la profundamente arraigada homofobia en las tradiciones abrahámicas, en lugar de esperar ser aceptados, lo cual solo genera mas ansiedad. Abrazar el exilio, la cruz, lo que produce es paz y desprendimiento.

Dos libros sobre teología gay en inglés: Gay Theology Without Apology, Embracing the Exile.

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