martes, enero 08, 2013

Muere Chucky's Bride




Si por medio de los medios sociales y la red virtual se pueden iniciar revoluciones en el desierto y destronar un tirano, seguro que una islita se puede deshacer de una monstrua.  Como lechona de Noche Nueva sacrificaron los Tres Santos Reyes a la Comay, la detestable marioneta homofóbica del chisme de la televisión puertorriqueña y al cubano que le reía todas las monerías, cuyo único talento era hablar mierda.

Es uno de los mejores regalos de Reyes que Borinquen ha recibido.  Y si hay un niñito Jesús, debe estar mas engraciado que cuando le trajeron el oro, la mirra y el incienso.  No mas veneno, no mas alegrarse del mal ajeno en el horario mas popular de la televisión de una isla a la cual escasamente le queda cultura luego de mas de un siglo de americanización ... imaginen, es la cuna del reguetón.

Tras semanas de boycott, liderado por miembros de la comunidad gay y personas en la farándula y en la comunidad que han tenido la mala suerte de haber caído en su lengua en algún momento, ya no era sostenible el programa luego de que decenas de auspiciadores removieran sus anuncios.  WAPA TV perdió millones.  Y la gente les leyó la cartilla: o dejan de tirar basura al aire en el horario mas visto, o les vamos a costar dinero.  Mucho dinero.

A propósito de decadencia, hoy acabo de ver el documental Zombie Island, en el cual la metrópolis se mete en los lugares mas bajos del bajo mundo en la isla para mostrarle al mundo como en una hermosa isla se destruyen vidas por causa de la adicción a la heroína, cocaína y otras drogas peores aún (como la anestesia de caballo, que produce zombis que no se pueden parar rectos y disturban el tráfico), a la vez que hace ver como héroes a los agentes que agarran la cocaína que trafica hacia los EU por medio de Puerto Rico.

Al igual que el problema del genocidio por causa de la guerra contra las drogas en México, donde han muerto se estima que alrededor de 70,000 personas en la última década, la ruta de las armas es de Estados Unidos hacia la isla mientras que las drogas van en la dirección opuesta.  Por un lado la ilegalización y militarización del problema multiplica la violencia y las muertes, y por el otro lado el coloniaje impide un discurso honesto sobre como la militarización del problema exacerba la violencia.

Borinquen está, por lo tanto, pues bien jodida: al margen de un imperio en decadencia como el romano antiguo en cuyo gobierno no tiene voz ni voto por lo que no importa lo que nadie en la isla opine.  La propaganda dicta que no es un problema de salud pública tanto como una 'guerra contra las drogas'.  Y los vendedores de armas americanos, y sus perros pit-bull alguaziles del National Rifle Association, se van a seguir lucrando del triste panorama tanto como los mandamás de los carteles colombianos.

Quizá con la Comay fuera del aire, disminuya poco a poco la frivolidad y el discurso cambie.  O quizá no.  En todo caso, que la entierren hondo.

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