lunes, marzo 23, 2015

La isla donde se finge ser libre

El gobierno del Commonwealth of Puerto Rico ha hecho un anuncio histórico de que no va a defender la constitucionalidad del discrimen contra las parejas gays, abriendo paso al reconocimiento pronto de los matrimonios gays en la isla. La noticia ha sido celebrada ad nauseam en las redes sociales, y ciertamente debería serlo.

Pero ahora la matiz colonial: el gobierno de la colonia hizo este anuncio, a pesar de la constante intimidación de las iglesias homofóbicas, sabiendo que en los próximos meses el gobierno federal estadounidense va a tomar una decisión en un caso federal relacionado a la desigualdad matrimonial de las parejas gays. Se espera que el gobierno de Estados Unidos decida a favor de que el matrimonio gay se reconozca en todas las jurisdicciones de la nación americana y, como Puerto Rico es una jurisdicción (gobernada desde afuera sin representación en el Congreso federal), el matrimonio gay va a tener que llevarse a cabo por orden federal.

El régimen que gobierna la isla ahora mismo es pro-Commonwealth, es decir, favorece el estatus colonial actual. Hacer este anuncio equivale a presentarse cabizbajo ante la espectativa de lo que va a pasar pronto y se sabe inevitable ... hacer un gesto de creerse libre cuando no se es, cosa de que no se diga "esta fue otra muestra de que somos colonia, de que no nos podemos gobernar", aunque todo el mundo sabe que la isla es una colonia y que no se auto-gobierna. Es, básicamente, salvar la cara. Una opinión reciente de metro.pr al respecto lo hace claro:
Ahora hablemos de honestidad. Si el Gobierno asume con seriedad su posición ante este asunto, ¿por qué no ser valiente y legislar para derogar el artículo 68 del Código Civil? ¿Por qué no actuar proactivamente, con firmeza y defender los derechos civiles y humanos de todas y todos los ciudadanos conforme a las legislaciones que se han aprobado a nivel mundial? ¿Por qué delegar esta determinación al juicio de los federales?
La acción del Gobierno, aun con sus beneficios, no deja de ser una actitud de genuflexión colonialista ante la defensa de los derechos civiles y humanos de nuestra población.
En este caso no vamos andando, nos arrastran. Si no fuera porque se prevé una determinación del Tribunal federal a favor del matrimonio igualitario, que, en consecuencia de nuestra condición colonial, se impondrá sobre nosotros, muy probablemente los regentes del Gobierno del país hubieran mirado hacia otro lado y continuarían suscribiendo la postura retrógrada de defender el matrimonio tradicional.
Esto es algo que muchos lo están pensando, pero pocos lo están admitiendo. Toda esta habladera de igualdad ha hecho que la gente en muchas partes se pregunte: "¿y los boricuas, cuando van a ser iguales?", refiriéndose obviamente al estatus colonial de la isla y a las aspiraciones de los que quieren que Puerto Rico sea un estado de la unión norteamericana. De hecho, muchas de las reacciones y comentarios que la noticia ha generado en las redes de habla inglesa, al menos en los círculos progresivos de Estados Unidos y de su comunidad gay, contienen insinuaciones de que Puerto Rico es como el resto del país y que ya debería ser estado, que la isla comparte valores americanos lo suficiente como para que entre a la unión.

Pero en el Estado 51 nada es lo que parece ser. Precisamente, son los elementos pro-estadidad los que (aunque se llaman nuevo-progresistas) mas resisten el progreso y los que, curiosamente, menos quieren acatar la autoridad del sistema judicial del Primer Circuito (en Boston) dentro del cual opera la isla. Parece ser hipócrita que los que dicen querer la igualdad para su isla, no la quieren para los gays. Pero que se puede esperar de una isla donde la libertad no se vive, se finge.

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