miércoles, marzo 11, 2015

Reseña de The Red Tent

Las historias de la Biblia son tradicionalmente contadas por hombres y desde las perspectivas de los hombres. Es rara la vez que una mujer puede expresar su perspectiva: aunque fueron muchas las profetizas y brujas en la Biblia, sus narrativas no fueron escritas porque la profesión del escriba (y, con esto, el poder de crear una narrativa) era exclusivamente masculina. María, la madre de Jesús, nos ha sido vendida como la mujer ideal y es mucho mas lo que deberíamos saber de ella, pero son tan escasas las veces que se asoma en las escrituras que los padres de la iglesia denominan esos episodios "las Siete Palabras". Ruth y Esther son dos de las pocas mujeres que tienen narrativas en las cuales son personajes centrales en alguna medida ... y el último capítulo de Proverbios alaba la mujer emprendedora y parece ser una islita de Pascua aislada de feminismo en un océano Pacífico de misoginia y crueldad anti-mujer. Lo mismo con la imaginería divina: Jehová tiene tanta o mas testosterona que los dioses guerreros vikingos excepto en un solo versito de Isaías 21 donde Jehová (¿o será el profeta mismo?) da un súbito cambio de sexo y aparece como mujer en dolores de parto.

Por eso The Red Tent es un filme tan peculiar. El subtítulo pudo haber sido: Si las mujeres hubiesen escrito la Biblia. La Biblia da un capítulo (Génesis 34) al personaje principal de este filme (Dinah, la unica hija de Jacob), pero una autora feminista moderna construyó una mujer completa de carne y hueso, de emociones y pasiones muy feministas, a partir de esas pocas palabras, le dio una voz y un carácter obstinado, y nos mostró el mundo desde sus ojos.

La Dinah de The Red Tent, al pasar por el filtro de una autora feminista, ha entrado en el discurso de la guerra entre los sexos (una guerra que es el resultado necesario de las religiones abrahámicas, que crean enemistad entre hombres y mujeres) al ser usada como parte de la táctica ideológica feminista de reclamar mujeres de la Biblia y contar sus historias desde sus perspectivas. Este interesante proceso de sustiuír las perspectivas de las narrativas bíblicas lo cubrí en mi Crítica feminista a la leyenda de Sodoma y Gomorra.

El filme es mucho mas que un recuento de crímenes antiguos, aunque no se aleja de ser una acusación severa del código de honra machista y las supersticiones necias de una tribu patriarcal de la Era de Bronce, ni se aleja de demostrar como esas supersticiones y códigos destruyen las vidas de miles de personas. El sexo (sobre todo el femenino) es visto como algo sucio, las mujeres como propiedad, y el honor de los hombres depende de la castidad sexual de sus hermanas. Pero la obsesión con los tabúes sexuales no termina con las mujeres: para los hombres, estar intacto era deshonra e impureza, y solo por medio de la circuncisión puede un hombre ser digno ni siquiera de acercarse a una tribu que dice ser santa, pero que comete crímenes impensables en nombre de su código primitivo de honra y sus conceptos proto-capitalistas de lo que debe ser una mujer.

La tienda roja que da su nombre al filme es el lugar en el cual las mujeres de la tribu eran separadas durante sus ciclos menstruales porque, según los tabúes del código levita, eran consideradas impuras. Este concepto de la supuesta impureza ritual y sexual es central en las vidas de las mujeres del Antiguo Testamento: de un cantazo las marginaliza, pero a la vez crea una comunidad con sus propios secretos, sus propios midrash (leyendas orales judías, ya que las mujeres de la narrativa eran gran contadoras de cuentos). Era solo en la tienda roja que las mujeres podían explorar el poder de sus propias voces y narrativas, y por eso experimentaban unas consolaciones que solo existían bajo esas carpas rojas. Allí ellas sabían que no había nada impuro en su sangre menstrual: esas eran creencias de los hombres. La sangre era el precio que pagaban para poder crear nueva vida con sus cuerpos. Era en la tienda roja que las mujeres en parto venían a dar a luz y las comadronas aprendían sus artes, y era ahí que se aprendían las recetas, las hierbas sanadoras y hasta la aromaterapia. En realidad, la tienda roja era un santuario reconfortante con alfombras y cojines, donde se quemaban inciensos e incluso se erguían altares a las diosas canaanitas.

Es esta una de las revelaciones del filme: Si las mujeres hubiesen escrito la Biblia, hubieran puesto sus destinos en las manos de la Reina del Cielo y no en las de Jehová. La Biblia sería un documento sumamente distinto. Que las matriarcas bíblicas adoraban a la diosa Inanna en secreto no es, ni nunca ha sido, un secreto. El profeta Jeremías (7:18, 44:17-19) no hubiera tenido que amonestar a las mujeres por ofrecer incienso a la Reina de los Cielos (y ellas no le hubieran contestado que sus ancestras lo habían hecho por generaciones incontables) si no hubiera sido porque esto estaba sucediendo aún en sus tiempos, siglos luego de la narrativa que incluye a Dinah, de manera que es impensable que esto no haya estado sucediendo en los tiempos de Dinah.

Pero desde que dejamos de quemar sacrificios a la Reina del Cielo y derramarle libaciones, carecemos de todo, y por la espada y por el hambre hemos sido acabados. - Jeremías 44:18

Con todo esto, The Red Tent no deja de ser una típica película bíblica: actores con acentos británicos en sandalias caminando por lo que parece el sobaco del mundo ... hombres con barbas artificiales y demasiado largas. El filme tambien tiene elementos de cuento de hadas, completo con una reina maléfica y todo (que se parece a la Chilindrina con maquillaje y pelucón egípcio).

A propósito de roles de género, es difícil entender porqué los hombres dejaron de utilizar maquillaje para los ojos. (¿A lo mejor en Medio Oriente aún lo hacen?) ... a lo mejor debería volver a ser un grito de la moda.

Y es una magnífica película, con un clímax chocante y perturbador, con personajes mucho mas complejos y desarrollados que en el texto en que se inspiran, personajes que evolucionan y aprenden a vivir con gran sufrimiento enterrado pero nunca olvidado del todo, con momentos tiernos y con perspectivas que se perdieron de las escrituras.

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