jueves, septiembre 14, 2006

Azuca!

Fue interesante ver los cambios de Celia Cruz, una ídolo de millones que cambió con las estaciones y se fue acoplando a la era y década en la que vivía hasta que en la entrada del siglo 21 la vimos de casi ochenta años, con cabellera violeta y cantando rap. Se parecía a Lil Kim. Hizo de todo, y se lo gozó como si fuera una niña porque no envejeció, ella no creía en eso: cantó salsa, mambo, música de santería, plena, bomba, guaguancó, cumbia, rap y hasta techno, tiró caracoles en la radio, actuó en telenovelas (aunque Walter Mercado decía que no era su aché ser oráculo ni mucho menos ser actriz), y sacó lágrimas y risas de un público que la amó muchísimo y hoy parece estar olvidándola poco a poco porque las generaciones cambian. Pero Celia no va a morir. Ella es ya parte del paisaje cultural de nuestros pueblos.

Celia quedó estampada en mi corazón, grabada y es parte de mi alma, de nuestra alma como caribeños y como latinoamericanos. Celia es mas que Celia. Ella es la resonancia del alma colectiva de su pueblo, con sus aspiraciones de retornar a Cuba libre, con sus ensueños patrios, con su dolor y aislamiento de emigrar a una tierra amada pero que no es, pues ... la suya. Con Celia yo lloré en mis tristezas y sentí el amor que me reciprocó por medio de la canción Carnaval, una canción preñada de compasión y de empatía sincera. Con Celia yo di viajes al pasado como en una máquina de tiempo escuchando sus primeras canciones y grabaciones, como el hermoso sonido de 'Mango Mangüé' que me transportó a la Cuba de los años 50, la Cuba gloriosa y santa que teníamos antes de que la tiranía nos la robara.

Con Celia yo le canté a mis santos africanos y escuché el eco de ancestros negros que en el Caribe son fuente de nuestra identidad y de orgullo, los que trabajaron las tierras, los que construyeron las carreteras, los que compusieron las canciones aunque aún a principios de los 1900's, a algunos de estos brillantes músicos no se les permitía estar en escenario por ser negros y tenían que deleitar al público desde detrás de cortinas. Esta anécdota la leí y no la creí, y esto le sucedió a Ismael Miranda y Cortijo, los ancestros de los ritmos de la bomba y plena, que hicieron estos ritmos populares a mediados del siglo 20, pero por su color de piel negro en algunos escenarios los dejaron tocar pero no los dejaron ser visibles. Tocar detrás de cortinas ... que orgullo siento de Ismael Miranda.

Triste también fue la vergüenza con la que fue tratada por el mundo super-racista de las telenovelas latinoamericanas, donde los negros son criminales y las negras son nanas. No se porqué actuó en telenovelas porque, de veras que estoy de acuerdo con Walter Mercado: ese no es su aché. El único episodio que vi era uno en el que Celia (que era la sirvienta de la novela, lo cual no es nada sorprendente) estaba llorando y montándose en un taxi para ir al aeropuerto y desaparecerse del país latinoamericano porque imaginaba que su hija no la iba a aceptar porque era negra. Como toda telenovela, nadie sabe quienes son sus verdaderos padres y la niña que había criado era su hija, pero esta hija no lo sabía, y evitaron decírselo para que no se avergonzara de que su madre fuera negra. Que Celia se haya prestado para este rol es solo evidencia de su humildad, y quizá de su amor por México o el país donde haya sido grabada esta telenovela, pero no deja de ser un insulto, mucho mas para la Reina de la Salsa.

La última anécdota es mas bien un acertijo: ¿era o no era santera? No es que sea importante, pero cantó mucho a los santos, y cantó una canción con India donde decía ser su madrina y la India su ahijada (esta relación la forjan los mayores en la santería con los neófitos que inician). No se si fue un acto de publicidad, lo que sí tengo entendido es que un amigo mío santero de Puerto Rico me dijo que India está coronada en santo y que tiene hecho Eleguá, y ella ha cantado varias canciones a los santos, la de mayor eminencia su 'Yemayá y Ochún' y su 'Love and Happiness', ambas canciones electrificantes. Pero al leer la autobiografía de Celia, me enteré que ella aclara que no era santera, no tenía santo hecho, y que sus cantos yorubas eran solo actos de apreciación cultural y no declaraciones de fe. La sinceridad de sus rezos y el episodio con India me hacen dudar: finalmente concluí que a lo mejor tenía fe en sus santos, y simplemente no se coronó santo.

Hacia el final de su vida, Celia comenzó a ponderar su muerte y su inmortalidad. De esto estoy seguro, porque ella misma cantó: "No Moriré" en su versión castellana de la legendaria canción de Gloria Gaynor "I Will Survive" - canción que, entre otras, la catapultó también al estatus de un icono de la comunidad gay. La inevitabilidad de su muerte la hizo grabar un CD donde ella se ve angelical, vestida de blanco y con una peluca plateada, toda diva. Esta grabación, titulada "Regalo Del Alma" fue su último adiós, su modo de dar gracias, de aconsejar y retornar tanto amor que había recibido. Poco después este ser de luz que nos había conmovido con su arte por tantas décadas abandonó el cuerpo.

Me llevo de Celia, no solo su música sino el toque personal de amor, gracia, ganas de vivir, cariño y alegría, sobre todo el contagio de su hermosa risa, que reverberó por toda Latino América y el mundo. Como ella misma dijo en una de sus canciones: "Es que yo pertenezco al mundo!". Que viva nuestra Celia! Que descanse en paz y sea la luz con ella siempre siempre siempre ...

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