lunes, septiembre 15, 2008

De malos rayos y desgracias

Tras ver este horripilante ritual de Palo Monte, y escuchar los cánticos de la liturgia conga que incluyen invocaciones al espíritu de Palo que dicen marrayo parta, se me ocurrió que crecí escuchando esta maldición sin ponderar lo que significaba.

El desearle a alguien que un mal rayo lo parta es desearle la muerte. Lo que la gente no está al tanto es que marrayo está casi con certeza intencionado originalmente a modo de invocación de una entidad oscura.

El concepto del mal rayo que parte a una persona se origina seguramente en las creencias en el Dios africano del relámpago, que es Shangó en Nigeria pero en el sistema de Palo no estoy seguro si es Zarabanda. Tengo entendido que ellos tienen una entidad llamada Centella Ndoki también - claramente si este conjuro es parte de la liturgia conga, su origen congo es casi imposible de negar. Antes de que Changó encarnara en este plano de la tierra, su deidad era conocida como Yakuta por los yorubas. Se creía que era el Dios de la justicia, de modo que Yakuta también pudo haber sido invocado de este modo para invocar la justicia celestial sobre una persona.

La mezcolanza de culturas europea y africanas ha sido tal que está difícil saber esto con certeza, pero sabemos que el culto a Santiago Apóstol en lugares donde hay mucho afroboricua tienen elementos del culto al Dios del trueno Changó, al igual que de Ogún (que en Haití es identificado con el mismo santo). De modo que ha pasado suficiente tiempo para que los orígenes africanos verdaderos de muchas de nuestras mas arraigadas tradiciones se hayan vuelto borrosos por causa de la aculturación hispánica.

En la cultura puertorriqueña, maldiciones como marrayo palta (apócope de 'mal rayo te parta') y desgraciá / desgraciao (que suele ser pronunciada con cierto odio y asco) forman parte del vulgar verbaje de uso diario en muchas familias. Suelen ser usados por personas que inconcientemente eligen palabras sin ponderar en lo absoluto el sentido de estas palabras, constantemente invocando maldad, mala suerte y malos estados de conciencia.

A modo de ejercicio les invito a que observen a estas personas, vean si no es cierto que muchas cosas les salen mal, que muchos de ellos difícilmente evolucionan y progresan en sus vidas. La palabra es creadora: ayuda a materializar nuestras ideas con mucha mas inmediatez de lo que la mayor parte de la gente reconoce.

Uno de los supuestos 'secretos' de los libros de The Secret es que la palabra es creadora, atrayendo tanto lo que queremos como lo que tememos o rechazamos. Si alguien dice 'quiero un dinerito' su conciencia produce la realidad de querer dinero, no produce dinero sino conciencia de carencia. Si en lugar dice 'soy millonario y opulente y disfruto de mis riquezas', su conciencia se enfoca en crear esta otra realidad. Por eso Yeshua aconseja, en Mateo 6, orar como si ya nos hubiera contestado el Creador.

Recientemente en un intercambio de emails con un amigo que parece que tiene mil problemas me percaté de su uso coloquial del término desgracia, y del modo en que este concepto se había vuelto parte de su realidad. Como se dice en la metafísica, se había cristalizado en su mente subconciente y estaba siempre presente. Le expliqué que nadie está fuera de la gracia, que la gracia está siempre presente. De este modo se volvió mas conciente del poder de su palabra, y terminó estando de acuerdo conmigo en que no era la mejor elección de palabras.

Habrá quien diga que salpicar el lenguage con estas maldiciones o palabras aquí y allá no tiene efectos nocivos ni en la vida ni en los estados de conciencia del brujo que los pronuncia. No puedo evitar acordarme de la madre de un ex-amigo que visité hace mas de 13 años en Cataño, Puerto Rico. Era una señora que constantemente estaba echando maldiciones. Nada salía de su boca sin ser ornamentado con malas palabras. Su rostro tenía arrugas furiosas. Su voz tenía tono hastiado. Todo en su hogar estaba repleto de maldad. Todo lo que miraba, lo miraba con ojos de furia, amargura y maldad. Aunque solo pasé varias horas en su presencia, la impresión que aquella persona me dejó se quedó conmigo, y hasta hoy no creo jamás haber conocido una persona tan amargada, furiosa, vulgar e infeliz, una persona que con su pensamiento generara mas negatividad, que ella.

Recuerdo haber físicamente sentido escalofríos la primera vez que entré a su casa, aunque la temperatura se acercaba a los 90 grados F. El espacio era un espacio incómodo, sin poder explicar porqué. Simplemente era asfixiante. Quería salir de allí. Hoy, en retrospectiva, opino que el lugar estaba físicamente impregnado de sus palabras y pensamientos, y sabrá Dios de que otras cosas eso habrá atraído.

La persona que constantemente maldice, está constantemente invocando, atrayendo y creando fuerzas demoníacas a su alrededor. Tal persona, sea por inconciencia, por frustración o por genuina maldad, atrae espíritus y vibras volátiles constantemente. Puede que todo le salga mal, o que aunque todo le salga bien no lo sepa apreciar. Quien no sabe bendecir lo que sí tiene, agradecer lo que sí tiene, cuando le incremente no lo podrá apreciar sino que querrá más. Nunca será feliz.

Los estudiosos de las personas mas felices, al catalogar sus patrones de pensamiento, han concluído que la capacidad de vivir agradecido es uno de los atributos que prevalecen entre los mas felices. Agradecer y bendecir son paralelos, en realidad: bendecir simplemente significa decir el bien - que requiere primero VER el bien, mientras que maldecir es decir lo malo, que requiere ver lo malo. El ojo es, sin duda, la lámpara del cuerpo. La perspectiva ciertamente dicta la calidad de vida e informa los niveles de conciencia de la persona.

Lo que sale de la boca contamina al hombre. - Mateo 15:11

Las maldiciones atan y contaminan a la persona que las pronuncia ... mas no necesariamente a aquel hacia quien son enviadas, aunque de hecho le pueden hacer daño. El sentido de la palabra contaminar que fue usada por el Cristo tiene que ver no solo con ensuciar, según el DREA, e incluye:

1. tr. Alterar nocivamente la pureza o las condiciones normales de una cosa o un medio por agentes químicos o físicos. U. t. c. prnl.
2. tr. Contagiar, inficionar. U. t. c. prnl.
4. tr. Pervertir, corromper la fe o las costumbres. U. t. c. prnl.
5. tr. Profanar o quebrantar la ley de Dios.


Nota aparte: Al hablar de contagio como uno de los sentidos de la palabra, la definición del DRAE hace eco a la relación que establecí en las enseñanzas de Yeshua entre los espíritus malos y la salud, una vez mas vemos que el verbaje usado en el espiritismo cristiano es similar para las enfermedades y para las malas vibras o espíritus inmundos, situando el cristianismo primitivo dentro del marco de las religiones naturales.

Que maldecir hace todas estas cosas, es auto-evidente en mi opinión. De modo que no contaminemos nuestras lenguas, vidas y perspectivas con maldiciones. Somos lo que pensamos y creamos nuestras realidades con nuestras palabras.

1 comentario:

Francisco Joaquín Marro dijo...

es verdad, el poder del Verbo es temible, muchas veces en la vida diaria la lengua ha semejado la hoja de una espada..