domingo, octubre 05, 2008

La mente

Todos los estados encuentran su origen en la mente.
La mente es su fundamento y son creaciones de la mente.
Si uno habla o actúa con un pensamiento impuro,
entonces el sufrimiento le sigue
de la misma manera que la rueda sigue la pezuña del buey.

Todos los estados encuentran su origen en la mente.
La mente es su fundamento y son creaciones de la mente.
Si uno habla o actúa con un pensamiento puro,
entonces la felicidad le sigue
como una sombra que jamás le abandona.


- Señor Buda, en Dhammapada 1:1-2

El principio del mentalismo es el primero de los siete principios herméticos enseñados por el profeta Hermes Trismegistos, uno de los hombres mas sabios que jamás encarnó en este planeta. Esta ley dice que todo es mente.

Sin embargo, de manera independiente el Buda Shakyamuni pudo entender el principio del mentalismo, y comprender todas sus aplicaciones para el beneficio de las entidades sufrientes. El principio del mentalismo es una de las bases del corpus de conocimiento budista, a partir de la cual el Buda pudo articular enseñanzas simples y básicas por medio de las cuales cualquiera puede disminuír considerablemente el sufrimiento propio y ajeno.

En otras palabras, quien entiende como todo es mente, se vuelve alerta y conciente de sus pensamientos y puede fácilmente liberarse de los círculos viciosos que reproducen una y otra vez ansiedad, sufrimiento, ignorancia, odios, compulsiones y otros males.

Cualquier daño que un enemigo puede hacer a su enemigo, o uno que odia a uno que es odiado, mayor daño puede ocasionar una mente mal dirigida. - Dhammapada 3:9

Un hombre ha de elevarse usando su propia mente, no degradarse. La mente es el amigo del alma condicionada, al igual que su enemigo. - Sri Krishna, en el Bhagavad Gita 6:5

De nuestra mente nacen todas nuestras palabras y acciones, que causan nuestros enredos kármicos. En nuestra mente nutrimos nuestros pensamientos por medio de entretenerlos, generando todo el sufrimiento que jamás hayamos generado a nosotros mismos y a las demás entidades. Todo nuestro concepto de la realidad sucede en la mente. Es por eso que solo estudiándola y disciplinándola se puede ser feliz: Buda notó que la raíz del sufrimiento, y los modos de remover esta raíz, son todos fenómenos mentales.

La mente puede ser un motor de violencia, malos pensamientos, odio y miseria. También puede generar pensamientos puros, hermosos y de bendición, palabras dulces, proyectos nobles. La mente puede producir el infierno, hacernos sentir como en un abismo de sufrimiento que no termina y en el cual no se asoma la esperanza, como también puede producir el paraíso.

La mayor parte de las personas no tienen concepto de disciplinar la mente en lo absoluto, sobre todo en el mundo occidental. Oscilan de un objeto de los sentidos a otro, siempre cambiando sus estados de ánimos como una vela en el viento, nunca tranquilos, nunca en paz. Cuando hay dificultades, no tienen nada en que refugiarse, nada de que asirse.

Así como la lluvia penetra en una casa mal techada, la avidez penetra en una mente no desarrollada. - Dhammapada 1:13

Ahora quiero adentrarme en la enseñanza específica del Buda con respecto al sufrimiento, que es muy científica. La segunda de las cuatro nobles verdades de la doctrina budista propone que el sufrimiento surge de los deseos, de los apegos que producen dependencia. En medida que nuestros estados de ánimo dependan de cosas externas, condiciones externas, en esa medida no seremos libres ni felices: cualquier felicidad que experimentemos será condicional, temporera y limitada. Entonces, la ciencia sobre como ser felices tiene que ver con aprender a ser feliz sin entretener estos deseos.

La tercera noble verdad propone que si destruímos los deseos, destruiremos el sufrimiento. Y la cuarta concierne la buena nueva budista: hay métodos, hay un camino eficaz que se puede usar para llevar a cabo la remoción de las dependencias y por lo tanto alcanzar la paz suprema.

Algunas de las personas a quienes he propuesto esta doctrina me han dicho que sin deseos, no hay pasión ni ganas de vivir, eso le quita el sabor a la vida. Cunfunden ciertos placeres y agitaciones con felicidad. Lo cierto es que yo he experimentado por ocasiones mucho gozo en estados contemplativos de no-deseo. La persona que es libre, que no tiene apegos al pasado ni al futuro, a la victoria o derrota, experimenta cierto placer que no es condicional: una disposición despierta, atenta, serena y ecuánime. Se siente libre y en paz, y como dijo Sri Krishna en el segundo capítulo del Gita: "¿como puedes ser feliz sin tener serenidad?".

Pero más aún, muchos sabios (incluso el filósofo Immanuel Kant) han descubierto verdades budistas de manera independiente del mismo modo que lo hizo Hermes Trismegistos, lo cual muestra que estas verdades han sido percibidas por los buscadores y observadores de la última realidad una y otra vez.

Incluso las personas y/o procesos que originaron el idioma castellano intimaron verdades budistas: la palabra ansiedad comparte raíces semánticas con la palabra ansia. Los deseos, cuando se apoderan de la mente, se apoderan de nosotros, porque todo es mente por lo tanto nosotros somos mente. El ser debe ser amo de su mente, debe observar los deseos con desprendimiento, reconocerlos, saber el servicio que rinden en ese momento, y luego actuar de modo decisivo con respecto a ellos, honrándolos pero sin ser esclavo de ellos.

El alma del perezoso desea, pero nada consigue, mas el alma de los diligentes queda satisfecha.
- Proverbios 13:4

De modo que no es impráctico matar los deseos, sino inteligente. En lugar de desear algo, debemos simplemente conseguirlo, actuar. No quieras conseguir algo, solo consíguelo. O como dijo Sai Baba una vez: "no trates de hacer algo, solo házlo".

No es necesario en realidad entretener el deseo de obtenerlo, ni permitir que las ansias crezcan sus tentáculos alrededor de nuestras mentes, robando nuestra paz cuando podemos simplemente ser diligentes y conseguir aquello que sea práctico conseguir ... porque, si observan como funciona el deseo, se darán cuenta de que cuando queremos un juego nuevo, una pertenencia o posesión nueva, tan pronto la adquirimos la disfrutamos por un rato y luego pasa la novedad. Mas inteligente es simplemente disfrutar de los placeres temporeros en el aquí y ahora, cuando se tienen, y cuando se acaba el placer derivado de ellos simplemente desprenderse y permanecer en paz.

Así como la abeja toma el néctar y deja sin daño el color y fragancia de las flores, así actúa el sabio en la aldea.
- Dhammapada 4:3

En realidad desear algo solo produce excitación temporera, no felicidad incondicional. La felicidad nunca se consigue de las cosas externas: solo la mente, al estar satisfecha, desprendida, libre y feliz, al estar despierta al milagro del aquí y ahora que es la única realidad, experimenta lo que es felicidad porque la mente es el verdadero escenario de la vida, no las cosas.

1 comentario:

Antonia Martínez Rubira dijo...

Gracias!
Tublog ha caído en mi alma. Y me han conectado de nuevo. El desánimo que me embargó nada más abrir los ojos, se está desvaneciendo.
Sequimos en el presente, sin dejarnos aturdir por el pasado o la inquietud del futuro.
Nos vemos