miércoles, noviembre 26, 2008

No tengan opiniones fijas

"¡O Bhikkus (monjes), no tengan opiniones fijas!" - Sri Buddha

Me sorprendió en mis estudios de la tradición Zen encontrar que lo primero que el Buda le decía a sus renunciantes cuando se unían a la comunidad monástica era una advertencia contra las doctrinas y dogmas. Supuse originalmente que toda religión tiene al menos un esqueleto de doctrinas básicas y fundamentales, y hasta el budismo y la iglesia unitaria universalista lo tienen pero son religiones no-dogmáticas.

En otras palabras, las doctrinas budistas como las cuatro nobles verdades, las tres marcas de la existencia, el camino óctuple, etc. son solo doctrinas que son útiles, son doctrinas que cumplen una utilidad y cuando se exhausta esa utilidad y se alcanza el nirvana ya no son útiles y se descartan.

En las enseñanzas mismas de estas dos religiones existe una admonición fuerte en contra de apegarse a algún dogma, y se ve el dogma como algo negativo, como signo de estancamiento intelectual y espiritual.

Cuan refrescante y liberador. No hay que 'creer' en nada, sobre todo si el intelecto presenta una objeción y hasta que tal objeción se resuelva. Solo hay que usar las doctrinas para lo que se usan. Ninguna religión respeta la inteligencia del devoto como lo hacen el budismo y la fe unitaria universalista. Imaginen que a los católicos se les explique que solo tienen que declarar la doctrina de la trinidad y nacimiento virgen mientras sean útiles y luego se pueden descartar. Eso es una señal de que la religión budista es una espiritualidad madura y que entiende bien cual es el verdadero propósito de las religiones.

Pero el mandamiento budista de 'no tengan opiniones fijas' es mucho mas que pragmatismo. Es un consejo práctico que, como todos los consejos que dio el Buda, tiene como propósito crear un planeta lleno de seres felices, es decir es una enseñanza que evita el sufrimiento, en este caso el sufrimiento que nace de la arrogancia intelectual y la necesidad de tener la razón.

Abordé el tema de la arrogancia en una entrada previa, inspirada por mi lectura del libro de Proverbios y la tradición de sabiduría, donde se diluscida que la arrogancia tiene efectos nocivos a la salud. En aquel artículo dije:

El otro lado de esta enseñanza es que la humildad es medicina. La persona humilde no siente que tiene que tener la razón sino que es desprendida, acepta cuando erra, y no tiene que reivindicarse ni siquiera cuando ve una injusticia sino que permanece en paz, sabio, tranquilo y ecuánime, aún cuando rinde testimonio ante Dios y la sociedad con respecto a una injusticia. Eso es muestra de buen carácter. Esto se manifiesta en un humor mas estable y una vida mas larga.

De modo que el aspirante espiritual se tiene que preguntar si prefiere tener siempre la razón o si prefiere tener felicidad. Y al dejar a un lado la tensión causada por la necesidad de tener la razón, se dará cuenta inevitablemente de que la felicidad no depende de tener o no tener la razón: se puede seguir teniendo la razón, pero con desprendimiento, y también ser feliz :) Además de producir felicidad, la humildad evita choques de personalidad, discusiones rudas (se puede tener discusiones, pero siempre cordiales) y peleas. En ese artículo concluí:

Las opiniones han de ser expresadas por el sabio con desprendimiento. No debe sentir apego ni aversiones por las ideas, ni tomar de modo personal cualquier ataque a sus ideas. Al observar o criticar ideas, se critican ideas, no a la persona que las emite o entretiene, y que podría reconsiderarlas en el futuro y cambiar de opinión...

Entonces, el sabio no se apega a las ideas, sino que las tolera, acepta y respeta a todas. Las mira sin apego, con desprendimiento.

Aparte de los efectos que tiene la humildad en el humor, el asunto de no tener opiniones fijas permite un flujo progresivo de las ideas. Las que son demostradas falsas, pueden ser así descartadas y remplazadas por ideas de mayor evolución, o mas apropiadas.

Al volverse uno atento de las ideas y opiniones fijas que uno ha coleccionado a través de su vida y estudiarlas o cuestionarlas una por una, se da uno cuenta de que algunas son basadas en una o dos experiencias y que no son informadas por el resto de las experiencias nuestras y ajenas.

Muchas otras surgen del condicionamiento cultural y la crianza, pero carecen en lo absoluto de base factual o evidencia empírica. Muchos de estos prejuicios de origen cultural son escudos que nos otorgan una superioridad y orgullo falso, otros son incluso divertidos aunque en el fondo vemos que son frívolos y estúpidos. No todos los haitianos tienen SIDA, ni todos los colombianos fuman marihuana, ni todos los chinos comen cucarachas.

Se puede uno empezar a reír de cosas que antes fueron serias, perdonar gente que antes eran imperdonables y retar mentiras que antes eran incuestionables. Aún cuando somos críticos aceptamos las cosas con mucha mas paciencia, porque aceptamos tal y como son tanto nuestras opiniones como las cosas sobre las cuales opinamos: todas tienen su origen en diversas premisas o pre-verdades. Luchas (vanas o legítimas) que antes batallamos ahora son solo paradojas curiosas, y elegimos nuestras batallas de un modo mucho mas desprendido, despierto y conciente.

Al final, mientras la mente se va acercando a estados progresivamente cercanos al nirvana, experimenta una libertad que antes no era posible, y es precisamente por causa de esta sobria admonición. Al no tener ideas y opiniones fijas, la mente se vuelve fértil, creativa, libre, suelta, atenta y adaptable a las condiciones externas. La mente así emancipada y entrenada, aprende mas rápido y cosas nuevas.

Y es así como uno de los filósofos de mayor renombre y mas reconocidos por su sabiduría en la antigüedad fue Sócrates, que confesó: "solo sé que no sé nada".

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