miércoles, noviembre 18, 2009

El legado del código levita persiste

Al amanecer el viernes pasado en Cayey, Puerto Rico, un joven gay de 19 años llamado Jorge Steven Lopez Mercado fue asesinado, descuartizado y degollado en lo que se vislumbra como un crimen de odio, y uno de los mas viles en reciente memoria.

Pero el crimen no es lo único chocante. Nada sucede en un vacío: todo tiene raíces, todo tiene causas y efectos, y Puerto Rico como sociedad ha nutrido por generaciones el odio hacia los gays, lo han nutrido los líderes cristianos desde los púlpitos, los padres al criar a sus hijos, las autoridades policíacas y jurídicas (hay una lista de diez crímenes de odios previos que no fueron procesados como motivados por odio a pesar de que los estatutos especifican lo que es un crimen de odio) y los políticos que tienen un convenio ilícito con las iglesias que no es muy bien disimulado. En una isla así, que quepa en el pecho de un muchacho matar a otro por ser gay del modo tan mórbido en que lo hizo no debería ser chocante: es algo que Puerto Rico llevaba tiempo cocinando.

En el proceso de cubrir la historia, los medios periodísticos sacaron a relucir comentarios del agente investigador que mencionó algo en el sentido de que las personas que eligen ese estilo de vida se merecen lo que les viene. Este comentario diluscida en gran medida porqué hay 10 crímenes de odio que no fueron llamados de odio, aunque sucedieron luego de que la ley que los denomina 'de odio' entró en efecto. Las autoridades homofóbicas, tanto jurídicas como policiales, se han mostrado reacias a admitir que el odio mata gays en Puerto Rico.

Esto ha sido admitido por el representante popular Charlie Hernández, autor de Ley Contra Crímenes de Odio de 2002, según publicó una noticia del periódico Primera Hora:

Hernández lamentó que no se haya registrado ningún crimen de odio en Puerto Rico desde que entró en vigencia dicha ley y expresó: “Ello no significa que no se hayan cometido [crímenes de odio] sino que no se han procesado y reportado adecuadamente como dispone la ley. Para colmo, he notado cierta ignorancia e insensibilidad entre los encargados de la investigación y el procesamiento de estos casos.”

Salió a relucir en este artículo que en el pasado este representante ha ofrecido dar entrenamiento gratuito al cuerpo policial que provea sensitividad y educación con respecto a lo que es un crimen de odio y cuan abarcadora es la ley aprobada, pero no recibió respuestas.

En la cultura puertorriqueña, donde todo se politiza para el detrimento de todos, incluso ese ofrecimiento de educarse sobre lo que es un crimen de odio pudo haber sido interpretado por personas en la fuerza policial como parte de una agenda pro-gay y pudo haber invitado reacciones homofóbicas.

El resultado de esto es que, cuando sucede este crimen, y en la escena misma del crimen, se escucha el mas odiable dogma de la doctrina homofóbica en los labios de un policía.

Por eso no hay nada como el libre periodismo (y esto incluye los blogs). Estuvo bien que un periodista develara el comentario en el sentido de que los maricones cuando los matan es porque se lo merecen, porque el comentario ha causado tanto revuelo como el crimen mismo y espero que produzca un diálogo amplio y franco sobre esta doctrina cultural que existe en Puerto Rico y sobre sus orígenes en las iglesias, y sus orígenes mas antiguos (hay que decirlo y repetirlo hasta que la gente lo vea) en la Biblia, donde se ordena el genocidio de los gays. Los primeros de estos crímenes de odio los cometieron los levitas. Leemos en su manifesto fascista:

Si alguno se acuesta con varón como los que se acuestan con mujer, los dos han cometido abominación; ciertamente han de morir. Su culpa de sangre sea sobre ellos. - Levítico 20:13

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