viernes, diciembre 26, 2008

La historia de Satanás, una crítica junguiana y budista

¡Cómo has caído del cielo,
lucero de la mañana!
Tú, que sometías a las naciones,
has caído por tierra.
Decías en tu corazón:
"Subiré hasta los cielos.
¡Levantaré mi trono
por encima de las estrellas de Dios!
Gobernaré desde el extremo norte,
en el monte de los dioses."


Isaías 14:12-13

Dicen que todos los mitos tienen una semilla de verdad. Ayer estuve viendo un documental en el History Channel sobre la historia del personaje de Satanás. Este personaje evolucionó de referencias a shaitan en la Biblia (que solo significa 'adversario' en lengua hebrea y en ocasiones se usa en plural para referirse simplemente a 'enemigos') y al dios sumerio Helel ben Shahar (el hijo del Dios Shahar o estrella matutina, aunque mal traducido al latín como Lucifer o Portador de Luz), hasta convertirse en un hombrecito con cola y cuernos en la histeria de las persecuciones de brujas de Europa medieval.

Según Carl Jung y los sicoanalistas, cuando surge un mito de modo orgánico en el folklor colectivo, se entiende que ese mito es como un mapa sicológico. Las mitologías son fósiles síquicos por medio de los cuales entendemos la compleja historia interna de nuestros antepasados. Desde esa perspectiva, el mito de Satanás podría ayudarnos a entender las neurosis de los antiguos.

La gente europea de la edad oscura veía al diablo como un ser 100 % real, era como si el Chupacabras fuera alguien que visita una aldea periódicamente a recibir sacrificios macabros. La misma sociedad vivió períodos de histeria colectiva que incluyó quema de brujas, gays y judíos vivos en plazas públicas. Festivales así de asqueantes solo nacen en mentes en-diabladas.

La prevalencia de este arquetipo en la sicología medieval, el terror que sembró y las cosas que los líderes cristianos hicieron bajo su fantasmal influencia (porque aquello que se odia y teme tiene tanto poder como aquello que se ama y en que se confía), nos dan una idea de como la represión inconciente excesiva de la carne, la creatividad, la humanidad, la sexualidad y la agresión producen locura, sobre todo si es combinada con una ideología basada en el temor que en lugar de favorecer el volverse conciente lo que justifica es la proyección del id hacia lo otro, hacia seres externos.

Los medievales imaginaron el hogar de este Satanás en un lugar en las entrañas de la tierra llamado infierno. En la sicoanálisis, este infierno existe y se llama el inconciente colectivo o privado, donde el contenido reprimido por la siquis conciente es empujado y obligado a vivir.

Joseph Campbell menciona que en la película de Star Wars, cuya autoría fue cautelosamente informada por principios junguianos, la escena donde los cuatro héroes caen en un contenedor de basura que se comprime y casi pierden la vida es un símbolo del inconciente, que el llama la pipa de la ballena en referencia a Jonás. La contracción simboliza el efecto de represión, y es contrario al efecto de expansión que experimenta aquello que se vive y encarna de modo abierto y conciente.

Cuando los cristianos mitologizaron a Yeshua entrando en los avernos por tres días antes de resurrectar, el tema es el mismo: Yeshua (como todo héroe, incluyendo Dionisos, Orfeo y otros) tuvo que descender al Hades porque parte de la labor del héroe cultural consiste en sacar a relucir aspectos desagradables y reprimidos (no hablados) de la cultura en la que vivió y criticarlos. Los evangelios mismos evocan una comparación de la pipa de la ballena con su resurrección.

Una cosa resaltó en la historia de Satanás y llamó mi atención. Uno de los últimos eventos en la historia bíblica es el juicio final de Satanás y su amarre en el fondo del abismo. Y una de las primeras referencias al ángel caído es como vizier de Dios, un asistente personal de Dios que incluso hace apuestas con Dios y destruye la vida de los devotos de Dios como en el libro de Job. Es difícil discernir la frontera entre Dios y el Diablo en ese libro porque laboran al unísono.

A la luz del principio metafísico enseñado por Yeshua que dice: "no juzguen para que no sean juzgados", podemos entender que Satanás es juzgado de modo dramático porque el mismo juzgó de modo dramático. El rol en que vemos a Satanás en su historia temprana es como asistente de Dios y juez de los hombres, y en el libro de Job se le ve particularmente presto a juzgar la fe de Job (dándole 'pruebas', el viejo truco de las personas que quieren ver la maldad en los demás) y deleitándose en la miseria de Job. Quizá esta fue la semilla de su caída. Al decir esto reconozco que este personaje es fictício, no es real pero su historia es una verdad sicológica.

Al juzgar, Satanás creó un paradigma donde el mismo hubo de ser juzgado: así "caen hasta los ángeles", por mas elevada que sea su posición celestial. Al juzgar, como científicos rigurosos nos colocamos afuera del fenómeno y lo intentamos mirar desde afuera. Nos SEPARAMOS del fenómeno o persona juzgada. Pero toda separación es ilusoria. Todo inter-existe.

La palabra diablo, de hecho, viene del griego diabolos, y significa 'separado', es decir un diablo es una porción de la siquis que se ha querido desprender y aislar del resto de la experiencia. Y si un diablo es un ser separado, un dios (deva, en la tradición védica) o un ser crístico es uno que sabe que es Uno con Dios como dijo Yeshua. Dios no es solo Uno: Dios es Unidad.

"Somos todos Uno" - Neem Karoli Baba, santo hindú

En mi artículo sobre las Furias expliqué que este fenómeno religioso y sicológico de ser visitado por las Furias (en-furecerse) es casi siempre el resultado de violaciones a las leyes familiares y sociales. Es decir, este tipo de fuerzas demoníacas visitan la cabeza de la persona luego de la persona violar los lazos sagrados que nos hicieron sentir parte de una mente de grupo, es decir al olvidar la unidad y pecar contra lo que nos proveyó de una conciencia de unidad con el resto de la creación en cuyo contexto existimos.

Juzgar, en la retórica cristiana, suele significar ejercer un juicio valorativo sobre la conducta ajena o propia. Pero en realidad juzgar (y por lo tanto, la admonición cristiana contra el juzgar) tiene un sentido mucho mas amplio.

El budismo enseña, a modo quizá de complemento de este principio de como al juzgar uno es juzgado, que cada cual crea su propia realidad en su propia mente. En la meditación zen, el aspirante espiritual entrena la mente racional para que no intervenga en la percepción pura y directa de la realidad. Al no juzgar, al no sentir la necesidad de controlar esta realidad se libera la mente para OBSERVAR todos los procesos con sereno desprendimiento, tal como son, y lentamente va alcanzando el despertar.

La persona que juzga, produce ataduras mentales que son como una red, una telaraña. Estos enredos kármicos ensucian el lente de la mente y nos hacen ver la realidad según nuestros criterios inventados. En lugar de ver un ser viviente en la calle, vemos quizá su tribu o nacionalidad con todos los prejuicios y estereotipos que NOSOTROS llevamos en nuestras cabezas sobre ellos. Quizá ni siquiera sea de esa nacionalidad, pero con frecuencia vemos lo que nosotros mismos creamos. Esto es un fenómeno natural, y el truco es aprender a callar, calmar y observar la mente en este proceso. Tener paciencia con la mente y domarla.

El Señor Buda, al igual que Yeshua, fue tentado poco antes de alcanzar el nirvana mientras meditaba bajo el árbol bodhi. Solo luego de sobrellevar estas tentaciones, el pudo ver la realidad tal como es. El demonio que lo tentó se llamaba Mara. Se entiende en el budismo que es un demonio en el sentido sicológico de la palabra, es decir los budistas creen que Mara es una realidad sicológica dentro de la siquis de Shakyamuni. De su encuentro con el Satanás budista, Shakyamuni Buda dijo lo siguiente en el Dhammapada:

Al que vive apegado al placer, con los sentidos irrefrenados, sin moderación en la comida, indolente, inactivo, a ese Mara lo derriba, como el viento derriba a un árbol débil.

Al que vive consciente de las impurezas, con los sentidos refrenados, moderado en la comida, lleno de fe, lleno de sustentadora energía, a ese Mara no lo derribará, como el viento no derribará a la montaña.


- Dhammapada 1:7-8

Fíjense que la diferencia no es maldad versus bondad, es mucho mas preciso lo que el describe. La diferencia es inconciencia versus conciencia. Vivir dormido versus vivir de un modo despierto. Estar despierto, conciente, y en control de la mente es lo que hace la diferencia.

En el verbaje popular, cuando alguien dice que está en-diablado (poseído por un diablo, literalmente), se entiende que está repleto de furia. La persona airada no manifiesta control sobre sus emociones, ha perdido el control.

En inglés, al decir que alguien está horny (con cuernos, como un diablo) se implica que tiene deseos sexuales y ha perdido el control a ellos. Todo esto son fenómenos naturales de posesión por fuerzas primales que producen esta ilusión de separación porque toda sed o insaciabilidad es una manifestación de carencia y necesidad, de que algo hace falta. Creemos estar incompletos.

Entonces, se entiende que Satanás al juzgar a los hombres se dejó llevar por su juicio. Al volverse juicioso, se volvió vengativo. Al volverse vengativo, se volvió malévolo y abusador. Al volverse malévolo y vengativo, olvidó la unidad (aquello que odio y rechazo, es parte de mi). Al olvidar la unidad, cayó y se perdió.

Cuando olvidamos que el ser hermoso y santo que estamos juzgando es solo una creatura de Dios vulnerable que actúa en error porque ha sufrido y solo sabe hacer lo que conoce, y nuestro juicio se vuelve despiadado y lo deshumaniza, nos podemos volver depredadores feroces. No puede juzgar alguien que ha perdido el buen juicio y la razón. Esto le sucedió a los curas medievales: en su obsesión con el diablo, encarnaron sus cualidades.

La posición de un ser celestial o virtuoso requiere de una sincera compasión hacia todos que sea libre, incondicional y sin juicios. Buda enseñó a los hombres a orar frecuentemente por que 'todos los seres seamos felices', precisamente para incrementar el boddhicitta, el impulso de despertar espiritualmente. Y el santo hermoso de Nazareth dijo que seamos perfectos como Nuestro Creador es perfecto, que hace que el sol brille sobre buenos y malos.

La rebeldía de Satanás, se dice, era contra Dios (la Unidad) pero en realidad su rebeldía sucedió cuando se le solicitó que se postrara ante los hombres y sirviera al ser humano. La leyenda cuenta que el no quiso servir a la humanidad porque el entendía que era superior a la humanidad. Fue el quien se exilió.

Con esto se entiende que la humanidad es el Dios de las huestes angelicales y que es angelical servir a la humanidad, a los hombres ... y demoníaco, deshumanizante, no hacerlo. No fue contra Dios sino contra el ser humano que se rebeló Satanás: no quiso servirnos o adorarnos. Por mas malos que sean algunos miembros de la raza, en este mundo todo ha sido puesto al servicio del ser humano.

Se entiende entonces que la ilusión egoísta en la que cae la entidad viviente al no entenderse parte de algo mas grande, al no reconocer la unidad, al caer en la telaraña mental de nuestros juicios en lugar de simplemente ser libres, nos vuelve inhumanos. Y se entiende que aún si estamos en el paraíso, podemos caer por causa de este proceso de juzgar. No existe el otro. Todos somos partícipes del Uno.

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