viernes, febrero 23, 2007

Los doblespiritados

En la antigüedad, la historia de las religiones registra que hubieron funcionarios sagrados de la Diosa de la fertilidad que eran usualmente transgénero o transexuales, que en algunas culturas, y según algunas fuentes, junto a mujeres eran prostitutos y prostitutas sagradas (3). Vivían muchos en el templo, otros simplemente ejercían sus funciones sagradas allí, y naturalmente eran aborrecidos por el establecimiento abrahámico, que logró removerlos de Canaán y otros lugares donde operaban. Era pervasivo su rol, y no solo en Medio Oriente sino a través del planeta.

Por ejemplo, en Canaán y Fenicia eran llamados kedoshim, que significa simplemente personas sagradas, o santos. Eran consagrados a Inanna o Astarte, la Diosa del amor y la fertilidad. Los sacerdotes iniciados a Cybele eran llamados galli, y eran en realidad transgénero, similares a los hijra de India que son transgénero. Estos hijra hindúes son una casta aparte y usualmente se consagran o encomiendan a una Diosa de ellos que se llama Yellama, o en otras partes Bahuchara Mata.

Entre los indígenas de las Américas, había y hay lo que se llaman dos-espíritus o doblespiritados (llamados en distintas tribus por distintos nombres, como winkte, nadleehe, lhamana y otros nombres que se traducen mas o menos como medio-mujer, o mujerado, chamán, mujer-guerrera, y por otros nombres), que son a veces gays o a veces transgéneros, y son vistos como los mediadores entre los mundos, entre los hombres y espíritus, entre hombres y mujeres, entre humanos y dioses. En la tradición aborigen, todo el mundo tiene su medicina particular y su lugar peculiar en la naturaleza, por eso a los gays se les respeta, y a veces teme, por sus dones y se les otorga este lugar especial en la tribu como dos-espíritus y hay una serie de mitos y folklor que recurre en las búsquedas de visiones, usualmente asociados a una entidad llamada Mujer-Luna, o Mujer-Búfalo, o a otras entidades que varían por tribu.

Entre los Dogon de Africa, se les llama 'porteros' porque se les considera a los gays portales entre el mundo físico y el metafísico, y de ellos ha hablado mucho el chamán moderno Malidoma Somé, de Burkina Faso, en Africa Occidental.

Entre los siberios también existían roles espirituales sagrados para los gays, y hasta en Escandinavia Tácito documentó un culto de travestis que adoraban unos dioses gemelos, llamados Alcis, que eran asociados con los caballos e imaginados como caballeros. El concepto del caballo (tanto en Europa como en Africa) es asociado a 'dejarse montar' o poseer por una deidad, donde la deidad es quien monta, y el poseído es llamado un 'caballo' del santo, oricha, loa, o deidad en caso. Las escrituras sagradas paganas de Escandinavia hablan de los ergi, que eran chamanes afeminados iniciados en los misterios del seidhr, que es el chamanismo nórdico. Incluso Odín, el dios de la poesía y las runas (y por lo tanto uno de mis patrones porque soy un funcionario rúnico), se inició como ergi a los misterios de Freya la diosa del amor en una de sus aventuras.

Finalmente, yo he ido a sesiones o misas espiritistas que mi madrina en la santería organiza, y he sido testigo de como sobresalen los gays en el espiritismo. Son tremendos espiritistas, los mejores que he visto han sido gays. Esto de pasar espíritus me recuerda de Baco o Dionisos, el dios del vino que era afeminado (según la obra 'las Bacantes' de Eurípides) y entre cuyas prácticas había comunión, posesión y trance. Atrajo su culto a muchos gays, que al ser montados por el Dios expresaban su lado femenino y seguramente por eso los devotos imaginaron de este modo a Baco, porque supusieron que era Baco quien los estaba montando y por eso manifestaban síntomas de afeminamiento.

Estos poderes han sido temidos en muchas culturas, tanto los hijras son temidos hoy, como lo fueron los doblespiritados por sus poderes sobre la fertilidad - de hecho, los doblespiritados eran quienes bendecían a los niños recién nacidos y a las parejas recién casadas, al igual que hacen los hijras hoy, y daban nombres secretos con medicina poderosa a personas que querían proteger y bendecir.

Del mismo modo, el odio homofóbico de los judíos primitivos (que en Levítico 18 alcanza niveles sangrientos) pudo haber sido un testimonio del miedo arquetipal que inspiraban los kedoshim por sus poderes sobre la fertilidad, y sabemos que la infertilidad era un problema que preocupó a muchos judíos primitivos, incluso a los personajes sobresalientes de la Biblia. ¿Habrán, en el fondo, creído que los kedoshim no les fueron favorables? ¿Habrá sido este miedo parte de la razón por la cual se endiosó la homofobia en la tradición abrahámica?

Una de los artes asociadas con Dionisos es el teatro. Era por medio de obras teatrales que se impartían los misterios de los dioses mistéricos orientales y se podría decir que las misas espirituales de hoy son nuestra versión moderna de estos misterios, el moderno teatro sagrado báquico. La posesión y el teatro van mano en mano, son el mismo arte sagrado, de hecho para el que está en la audiencia no debería haber distinción entre el actor y el personaje, la persona o máscara que lleva por dentro y por fuera. El teatro era originalmente sagrado y se supone era una epifanía.

Estos patrones arquetipales pervaden toda la historia de la religión incluso hasta el presente, si consideramos que los sacerdotes católicos son eunucos vestidos con uniforme de mujer, o al menos andrógenos, y que son en su mayoría gays aunque estén en el closet. Es imposible no notar que la androginia es esencial para el trabajo espiritual en todas las tradiciones espirituales del mundo y en todos los continentes, o que al menos sobresalen los gays (tanto que hasta se les asigna el rol casi de modo automático), y hasta que se asume cierto nivel de androginia al ejercer estas funciones aún cuando no se sea gay. En todos estos casos, el funcionario sagrado andrógeno se vuelve mediador entre los mundos espiritual y mundano, sagrado y profano. Los ejemplos son, verdaderamente, interminables.

Da entonces la impresión de que a través de todo el planeta se evidencia que los gays tienen unos dones espirituales, chamánicos, mas acentuados que el resto de la población, y que poseen ciertos misterios, poderes y cualidades en mayor proporción que el resto de la población que les permiten entrar en el campo de lo transpersonal, del espiritismo, del chamanismo y el trance. Como tal hacen una excelente labor como funcionarios de los espíritus y de los dioses. Es por eso que cuando el neo-paganismo resurgió en Occidente, mas o menos a partir de los años 60 y 70, también surgió la liberación sexual y la gay. Los gays y los dioses marginados antiguos despertamos todos juntos, como parte de un mismo paradigma.

Sin embargo, vivimos en un mundo totalmente secular donde se ha olvidado la gente de la gloriosa historia de los gays, lo cual es sumamente triste. Hoy se nos odia y desmoraliza por nada, solo por ser, por existir y estamos sufriendo al margen de la sociedad, viviendo el rechazo, miedo y odio irracional a veces incluso de miembros de nuestras propias familias, a pesar de toda la cultura y la belleza que producimos con nuestras manos, nuestra visión y nuestro arte y creatividad. Se nos ha robado la normalidad que gozábamos en los tiempos de Platón, que llegó a decir que el amor gay era superior al de las mujeres. En esos días, los hombres andaban tomados de la mano, se besaban en público, tenían sus noviazgos en Grecia y a nadie le importaba, nadie los odiaba ni desmoralizaba ni apedreaba, simplemente era normal. Estaban los gays entre los grandes y talentosos filósofos y artistas de la antigüedad (1). Quizá ese día vuelva a la cultura, donde se nos restaure a la normalidad y se nos de un descanso de la homofobia.

Debido a la secularización de la identidad gay moderna, los gays que tienen estos dones por desarrollar no los desarrollan, y terminan vertiendo sus almas en el alcoholismo y las drogas, buscan el trance en la música de las discotecas y buscan lo transpersonal en el sexo. Hoy los funcionarios sagrados de la Diosa, los prostitutos santos, son masagistas y gígolos. Nos dan su medicina, pero sin el aspecto sacro de sus dones, que son en realidad dones de sanación. El masage sagrado es conocido como reiki en Japón, y se ha demostrado que el tacto sana, de hecho se ha documentado que cuando una madre toca la barriguita de su hijo que tiene dolor de estómago, el cerebro del niño secreta fermonas (las hormonas del bienestar), que ayudan a que se sienta mejor casi de inmediato. Lo mismo sucede con cualquier otra forma de masage dado con amor y dulzura. Es medicinal. Era esto parte de lo que hacían los kedoshim y los galli.

Se que esto resulta revolucionario a muchas personas, pero lo es, y es por eso que hay que mencionarlo. No estoy advocando por un retorno a la prostitución sagrada en tiempos de SIDA, pero si voy a atreverme a sugerir que se respeten estos roles y que se articule un tipo de folklor moderno asociado con ellos que los restaure a artes sagradas de sanación, particularmente el arte y servicio del masage (popular entre muchos hombres gays), porque las veces que lo he experimentado la conección con el otro ser humano en todos los casos no ha sido menos que sagrada, sanadora, sea hombre o mujer quien lo de, y sea el masage erótico, profesional o sensual. También advocaría por que los masagistas gays entiendan el tipo de medicina que imparten, y entiendan que es sagrada para que la den como acto de servicio a la Diosa y a aquellos que la Diosa les de como pacientes o clientes.

El ser humano ha sido dotado por la Diosa de la sensualidad de la necesidad de contacto, de estimulación tactil y erótica. El ser humano necesita afecto. Necesitamos tocarnos los unos a los otros para sentirnos conectados y hermanados. Es inhumano que nadie te toque. Desde que nacemos necesitamos el tacto de nuestras madres y padres, de hecho si miramos un chimpancé (nuestro relativo mas inmediato), tarda casi dos años en soltar a su madre, vive reguindado de ella todo el día porque necesita este afecto. Y luego al crecer, este amor se expresa removiendo piojos y por medio de caricias, pero no cesa de darse en las sociedades simias. Sin embargo, nosotros los simios civilizados vivimos en cajas, aislados y separados. La falta de tacto es inhumana, y hasta insimia - y somos simios los humanos: basta con escuchar los sonidos que hacemos al hacer el amor para darse cuenta de esto. El ser humano anhela por naturaleza una experiencia transpersonal. El tacto hace de dos seres uno, y esta alquimia sagrada pertenece en los templos de Afrodita, del eros, del amor y del agape. Dios es Amor. Dios es Eros, es Afrodita. Ellos también son caras de Dios, por eso todas las culturas los han intuído con mitos, metáforas e imaginería idéntica.

Tengo fe en que va a llegar el día en que en todas las grandes ciudades del mundo va a haber al menos una catedral dedicada a la Diosa, y que la espiritualidad de la Diosa va a ser vista como una alternativa espiritual y religiosa legítima, y en esos templos, además de educar a la gente sobre la imperativa moral ecológica de nuestros tiempos, van a haber masagistas sagrados y sagradas que van a vertir a los pies de Afrodita sus dones sanadores para el bien de la sociedad, de los enfermos, los cansados y los que se encuentren solos y faltos de afecto como hizo la Madre Teresa en los alrededores del gran templo de la Diosa Kali en Calcuta (cosa que pocos saben).

Entonces, no hay nada malo en nombrar estas cosas, en decir que la antropología y la historia nos han mostrado quienes somos, quienes fuimos y quienes podemos ser los gays. Personas sagradas, y nada menos, con medicina y dones y cosas lindas que solo nosotros sabemos dar porque solo nosotros somos nosotros.

Esta Afrodita es hoy llamada, al menos en las Américas, Ochún (Oxum en Brasil), e identificada con la Virgencita de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba. De hecho, en Brasil hay un hombre gay que abrió una casa de huérfanos del SIDA que el mismo adoptó, y esta casa la abrió en honor a Ochún, es simplemente La Casa de Oxum. Si miramos la religión clásica, Ochún la Diosa del amor fue llamada Venus y entre sus atributos están las enfermedades venéreas, palabra que viene de Venus. Estas enfermedades venéreas vienen de Venus, usualmente cuando utilizamos mal el don tan hermoso que ella nos da del amor sexual. El sexo no es para usar, explotar, ni mucho menos herir a otros seres humanos, sino para ser mas humanos, amarnos, tener empatía y comunión espiritual. El sexo no debe ser usado de modo egoísta. Cuando mal usamos el sexo, usualmente por falta de amor, eso resulta en las enfermedades de Venus (es decir, venéreas), que son castigos de ella, que es la Maestra Suprema que nos enseña a usar la energía del amor.

Dicen los mayores en la santería que Ochún es agridulce, contrario a la opinión popular de que es ella quien endulza la vida, lo cual también es cierto. El sexo, el arte, la belleza y todos los demás dones de esta bella Diosa, si son bien usados, nos dan la dulzura de Ochún. Si no es bien usado el sexo, nos da su amargura, nos da sus enfermedades venéreas ... y maldeamores. Su arte, don y ciencia es el amor: quien conoce sus secretos recibe su medicina y la puede impartir, sanar al mundo con amor. La gente que siempre se está riendo, que es social y chistosa y cuando entran a un lugar alegran a todo el mundo con su presencia y sus chistes, son casi siempre hijos de Ochún, tienen su aché, su medicina - porque los efectos medicinales de la risa también están mas que documentados, y pertenecen a Ella, que es la Señora de todas las Gracias (epíteto apropiado por los católicos para su Madre María, de igual modo que apropiaron casi todo el folklor de las Diosas).

Con frecuencia he notado que muchos, no todos, los pacientes de SIDA son gente que no se ama suficiente a si mismos, o que les ha tomado tiempo aprender a amarse. El amor empieza en la casa. Muchas veces terminan aprendiendo esta lección, que viene de Ella, como resultado directo de su enfermedad. En cierto modo son ellos los elegidos de Ochún, ella ha tomado un interés especial en ellos, en instruirlos si se dejan, del mismo modo que Babalú Aiyé cuida a los enfermos de plaga porque el mismo vivió con la plaga, así que manifiesta empatía por ellos.

Como en la santería se dice que los hijos de Ochún son también de Yemayá y viceversa (2), Yemayá también tiene hijos gays. De hecho, con frecuencia ante las soperas de Yemayá se ofrecen siete patitos de hule, y el pato es sagrado a ella y es su comida favorita. Y a los gays les llaman patos en Cuba y Puerto Rico, quizá por como caminan en la idea estereotípica de los gays. Esto no es coincidencia, sino que mas bien guarda muy obvio paralelo con otras Diosas que han amado a los gays, como Cibele y Bahuchara Mata, en cuyos mitos hay atisbos de su especial compasión hacia las minorías sexuales, que son con frecuencia imaginados como sus elegidos. En India, mucha gente piadosa siempre le da limosna a las hijras (eunucos) porque son sagrados a Bahuchara, y por devoción (y a veces miedo) a la Diosa, siempre las tratan compasivamente.

Esta tendencia a asociar a los gays y transgéneros con algún aspecto de la Madre Diosa, como si fueran sus funcionarios, es universal. Incluso instintivamente a los gays de habla hispana se les llama maricas, maricones, lo cual proviene del nombre del divino femenino en la tradición católica: María, son Marías chicas (maricas), Marías hombres (maricones). Hasta en inglés a los gays les han llamado maries, marías. Esta tendencia, al ser universal, devela un patrono arquetipal que se repite instintivamente a través de muchas culturas.

Entonces, es larga y tendida la historia de la presencia gay en las religiones paganas y precristianas, y hasta en los Cristianismos (porque eso hoy se tiene que decir en plural), pero ese es otro tema. También los paralelos develan unos claros patrones que hemos de estudiar para tener una visión clara de quienes somos y construir una identidad gay sana, no basada en los estereotipos y en la hipnosis colectiva de la cultura homofóbica hostil que nos rodea, sino basada en la belleza, medicina y arte inherente a los gays, mirando las comunidades que producimos cuando estamos juntos, y sobre todo mirando nuestro verdadero ser en el espejo para que surja como un manantial de nosotros nuestro sentido de identidad, y no de nuestros agresores.

Notas:

1. No olvidemos que el último dios romano fue Antinoos, el amado del emperador Hadrián (que fue, de hecho, identificado con Baco el afeminado): este 'escandaloso' culto (según los estándares de los homofobos) fue aceptado en toda Bitinia, en todo Egipto y en muchisimas partes de Grecia y de Italia en los primeros siglos de la Era Común sin ningún tipo de complejo, y el Cristianismo lo destruyó y no resurgió de nuevo sino hasta el 2002 con la fundación de la moderna Ecclesia Antinoi por hombres gays. Solo digo esto para ilustrar cuan aceptados éramos por los paganos antes de la tragedia y el despilfarro cultural abrahámico.

2. Esta leyenda de que Yemayá cuida a los hijos de Ochún, surge porque Ochún es la diosa de las aguas de la fertilidad y la matriz, así que es muy fértil, pero dicen los mayores que a Ochún le gusta la fiesta, no le gusta estar cuidando niños. Por eso tiene que venir Yemayá, que es la oricha de la maternidad y es loca con los niños, y cuidar a los de Ochún para que Ochún ande de fiesta. Aunque suene demasiado antropomórfico, creo que la metáfora es válida, y ciertamente estos dos perfiles de personalidad existen en la cultura. En todo caso, es por este patakí o leyenda que se dice que los hijos de Ochún son queridos por Yemayá, y por deuda Ochún también tiene que querer a los hijos de Yemayá la diosa de las aguas saladas del mar, así que los endulza cuando se salan.

3. Debido a la campaña difamatoria del Viejo Testamento hacia las religiones de las mujeres y la Diosa, es difícil discernir hoy el verdadero rol de las kedoshim, que pudo haber sido en muchas ocasiones comparable al de las monjas católicas excepto que no eran célibes. Estas kedoshim eran las que custodiaban los graneros públicos de las ciudades, de modo que sabemos que parte de su rol era asegurarse de que nadie en sus ciudades pasara hambre, alimentar a los pobres, y sabemos que adoptaban y criaban a los huérfanos. También sabemos de roles proféticos y de consejería que estas mujeres ostentaban en los templos de las ciudades antiguas, y sabemos que estas mujeres solían ser juezas entre los ciudadanos cuando traían sus disputas al templo. Es posible que el concepto de prostitución, y particularmente el modo derogatorio en que se le atribuye a las kedoshim en el Viejo Testamento, sea el producto del odio de los autores bíblicos contra las mujeres y su religión de fertilidad, y además el producto de juicios valorativos con respecto a la sexualidad femenina que eran extraños y nuevos en aquellos tiempos. Similares juicios valorativos no aplican a los hombres promiscuos: Abraham violó a su esclava Hagar, Lot a sus dos hijas, y Jacob tuvo sexo con cuatro mujeres en Génesis 30, sin ninguno de ellos sufrir un juicio valorativo en la Biblia porque eran hombres.

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